El fin logrado será el eterno bienestar de quienes se inscriben en esta carrera en la que triunfarán aquellos que mejor se adapten a las reglas del juego.
Y así desarrollo se asocia a sucesivas etapas de industrialización, haciendo uso de recursos renovables y no renovables regulados por la racionalidad económica y la libre fluctuación de la demanda y la oferta.
Visto desde la lógica de este discurso, los términos de esta ecuación se centran especialmente en un término particularmente ambiguo y grosero, los Recursos.
Hablamos y escuchamos sobre los recursos materiales, como riquezas que están disponibles para el uso de las industrias humanas atendidas y desarrolladas por esos otros recursos, los humanos, prontos a ser incorporados o desechados en pos de un crecimiento asociado a una idea de evolución donde todos, recursos materiales, humanos, tiempo y energía se vinculan en una ecuación que ha de generar abundancia para pocos y derrames de esa abundancia para los demás.
Pero sucede que los términos de la ecuación han comenzado a sentirse incómodos con el lugar que los operadores del sistema le han otorgado.
Estos beneficiarios del sistema han comenzado a ver que el promocionado derrame llega en formas no previstas en la ecuación original y que los colapsos ambientales estaban subvaluados, los generosos montos de los éxitos no tienen las cifras comprometidas y que los futuros prometidos se parecen demasiado a los vaticinios de los escépticos del modelo de desarrollo que nos ofrecieron.
La sustentabilidad del siglo XXI continúa regida por el paradigma del mundo liberal, amante de los macro números, la externalidad de costos y la basura debajo de la alfombra.
Pasivos ambientales que no integran la ecuación con las verdaderas cifras que generan, licencias sociales violadas y sostenidas con represión son parte del digesto operacional de las empresas y sus aliados en los poderes que deciden futuros.
Cercano a nuestras ciudades, una nueva forma del desarrollo industrial aparece dispuesta a brindarnos algunos de esos términos de la economía del subdesarrollo: tus riquezas, mis ganancias; tus pasivos, mis créditos; tus consecuencias, mis olvidos.
El caso de la mina de plomo Navidad se instala como un caso emblemático en el futuro mapa minero de Argentina.
Vale en este caso preguntarse si el futuro de la meseta central del Chubut se construirá alrededor de un enclave canadiense con prerrogativas en impuestos, combustibles, energía, agua, paz social, empleos transitorios, dudosos reintegros y malestar de los ciudadanos que veremos como las penas serán de nosotros y las monedas continuaran siendo ajenas. Penas asociadas a una industria a la que se busca proscribir en todo el mundo por sus temibles efectos sobre la salud humana, con casos documentados como Abra Pampa, Jujuy, donde la remediación no alcanzará jamás a cubrir esas ganancias ajenas
Sería, en ese caso, probablemente un nuevo ejemplo del divorcio entre los intereses del gobierno y los intereses de sus gobernados
Este presente se origina en la década del ‘80, por estrategias derivadas de las reuniones de inversores multilaterales del mundo conocido como desarrollado, que se tradujeron en políticas generales dirigidas a los recursos naturales de América latina.
En Argentina, Chile, y los otros países de la rica línea cordillerana que estructura a América latina, se genera el marco legal que pone a disposición los recursos hídricos y mineros.
La legislación se uniformizó para beneficiar a los capitales multinacionales; los códigos mineros se adaptaron para brindarles las mayores ganancias mientras los pasivos ambientales que genera esta apropiación ilegítima no aparecen en sus balances.
Solo el desborde de los atropellos y desastres previsibles moviliza a las sociedades próximas a los enclaves mineros y se traduce en respuesta.
Con la fuerza que da saberse parte de un problema común, en amplias regiones de América Latina la ola de enfrentamiento en las leyes y en las rutas, los conflictos que involucraron comunidades enteras y derechos difusos individuales, generan encuentros y acciones cada vez mas organizadas, impulsadas por ciudadanos locales, gente común que debería ser beneficiada por las bondades de las minas pero terminan con sus saludes deterioradas y sus territorios contaminados.
Las sociedades de América han visto como los gobiernos que han votado trastocan promesas ambientales electorales por contratos a boca de mina que no alcanzan a cubrir las consecuencias que generan durante los años de explotación y las décadas de escombreras vivas, napas sucias y enfermos crónicos.
Tanto las prácticas como las necesidades deben ser re-miradas a la vista de las conveniencias no solo ambientales, también de prioridades estructurales.
Es necesario que las sociedades encuentren formas de compromiso real de sus dirigentes políticos y que sus referentes sociales, personas y organizaciones actúen mancomunadamente tras la meta común del desarrollo a escala humana.
En este sentido el II Foro Ambiental y Social de la Patagonia procura ampliar la convocatoria a quienes tienen hoy y ayer la responsabilidad de firmar permisos, autorizar obras y demandar remediaciones. Deseamos que participen garantizando así la pluralidad de ideas y la diversidad de opiniones.
Queremos conocer cual es la política minera del Chubut en vista de los 4.800 expedientes vinculados a proyectos mineros y a los centenares de cateos llevados adelante por las empresas mineras.
Es preciso incorporar a nuestra cultura de ciudadanos comunes, la capacidad de cuestionar iniciativas que van a producir menos efectos positivos de lo declamado y muchos más de los negativos previsibles.
Pero además, es preciso, imperioso, correcto y positivo empujar nuestra realidad a lugares en los que desearíamos estar u transcurrir nuestra existencia.
El legado que guarda la especie humana debe transcurrir en un entorno donde todas sus capacidades encuentren armonía para desarrollarse. Un ambiente sano, sin polución material, sin sensación de injusticia, sin malestar por sentirse estafado y sintiendo que perdemos, humillados por unos pocos que se llevan lo que no les corresponde mientras percibimos con claridad ese entorno que sabemos generoso, con disposición a brindarnos ampliamente cuanto necesitamos para vivir confortablemente, limpios y hermanados en eso que sabemos es nuestro patrimonio común, como seres humanos y ciudadanos.
En la práctica se traduce en reunirnos y exponer, debatir y concluir en ideas que nos lleven a lo que seguramente veremos como la dirección correcta.
Y construyendo el vínculo entre nosotros comprometernos a la búsqueda común de verdaderas rutas de desarrollo, metas de participación y construcción comunitaria del futuro propio y el de todos los que aquí vivimos.
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